11 de abril de 2011

Lanzamos nuestro primer número de la "Revista Chaski" dedicada al arte y la cultura latinoamericana, de distribución y edición mensual virtual y en papel a cargo de Andrés Bonvin. Los interesados en aportar su obra o colaborar con la revista comunicarse a redaccionchaski@gmail.com

La primer revista del Movimiento Artístico Latinoamericano www.movimientolatino.org

Impreso en La Paz, Bolivia, durante el mes de Abril de 2011.


NOTA DEL EDITOR

Los chaskis, hombres de entre 18 y 25 años de edad, eran los mensajeros personales del Inca. Estaban entrenados físicamente desde su más tierna juventud hasta convertirse en verdaderos atletas capaces de surcar montañas y recorrer grandes trechos en poco tiempo valiéndose únicamente de sus pies como medio de transporte.
Llevaban siempre un quipu (1), donde llevaban la información, y un qëpi (2) a la espalda para guardar objetos y encomiendas.
Son denominados “Chaskiq”, que en quechua significa “dar y tomar”, porque se pasaban el mensaje de uno a otro, ya sea a través de la palabra o un objeto, valiéndose de un sistema de postas a lo largo de la red de caminos que denominaban “Cápac Ñan”, hoy conocido como el “Camino del Inca”, de aproximadamente 16.000 kilómetros de largo con sus rutas lineales y un ancho variable de entre 5 a 10 metros.
Los chasquis anunciaban su llegada tocando su pututo (3) y llevaban la cabeza cubierta por un penacho de plumas blancas para facilitar el avistamiento al compañero que lo aguardaba en la posta al costado del “Cápac Ñan”. Aún hoy en día pueden verse en el camino aquellas cavernas donde se alojaban y refugiaban de las inclemencias del tiempo a la espera de su compañero para relevarlo y continuar el camino.



El mensaje que los chasquis llevaban era, generalmente, de palabra porque los hijos del sol desconocían la escritura, de modo que las palabras eran pocas, precisas y comunes para facilitar su recuerdo y evitar así que la información se pierda en el camino o llegue tergiversada.
Según nos cuenta Garcilaso de la Vega en sus “Crónicas del  Inca”, gracias a su velocidad y resistencia, los chaskis llevaban al Inca asentado en Cusco, capital del imperio a 3.680 msnm, pescado fresco desde la costa lejana. De modo que cubrían una distancia aproximada de 200 kilómetros durante los cuales debían enfrentarse a condiciones adversas tales como la lluvia o la altura para cruzar la Cordillera de los Andes.
Se cree que existía una división destacada de chaskis llamada Antarquis, aunque nunca se pudo comprobar la existencia de estos mensajeros. El antarqui era un mensajero al igual que el chasqui pero con la singularidad de poder viajar de cerro en cerro conducido a través del aire gracias a un rústico parapente fabricado con telas de algodón, lana, o alpaca.
Desde 1535, durante el desgraciado periodo colonial español, se llamaba chasqui o chasque a los mensajeros a caballo, animal hasta entonces desconocido en el “nuevo mundo”.

Así es que he decidido llamar a nuestra revista con este nombre en honor a tan grandes y fundamentales personajes de nuestra historia. Pues, "Revista Chaski" no es más que un mensajero –esta vez de la palabra escrita- que comunica las noticias y la realidad del arte y la cultura en Latinoamérica.
En este primer número dedicaremos la totalidad de nuestras páginas a la cultura boliviana por ser en aquel país donde se gestara la idea.

NOTAS:
(1). El quipu, que en quechua significa “nudo”, era un sistema nemotécnico mediante cuerdas de lana o algodón y nudos de uno o varios colores utilizado en las civilizaciones andinas. Si bien se sabe que fue usado como un sistema de contabilidad por los quipucamayoc (khipu kamayuq), sabios del Imperio inca, podría haber sido usado como una forma de escritura, hipótesis que sostiene el ingeniero William Burns Glynn.
(2).  Qëpi es una tela cuadrada o rectangular de lana o alpaca que, anudada a la espalda, sirve para llevar objetos.
(3). El pututu, que en quechua significa “caracola”, es un instrumento de viento, que originariamente se fabricaba con una caracola marina lo suficientemente grande para emitir sonoridades potentes.

Andrés Bonvin